domingo, 26 de mayo de 2013

Pero qué quieres que te diga, no me acostumbro a estar sin ti.

La historia de una chica que se ilusionaba fácilmente. La historia de una chica que creía que esta vez podría ser diferente, y una vez más se equivocó. Los "para siempre" duran poco, ¿sabes? O quizás directamente no existen. Sí, debe ser eso.
Pero tampoco existen esos abrazos inesperados ni su olor adherido a mi ropa. Ni su sonrisa cuando me veía ni sus "enana, ojalá estuvieras aquí". ¿Qué ha cambiado, entonces? Dímelo, ¿qué coño ha cambiado? Una vez escuché que no se deja de querer en 18 minutos. Tampoco se deja de querer en dos días. Quizás te cansaste. O quizás nunca me has querido.
Pero, ¿sabes? Las tardes a tu lado formaban parte de algo que nunca he llegado a entender, y tu sonrisa a milímetros de la mía era algo que no se podía describir. Y lo echo de menos, de veras que sí.
Te parecerá una locura, pero qué quieres que te diga, no me acostumbro a estar sin ti.

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